El teatro es la vida

Por Javier  Alfaro

Un dramaturgo de cuarenta y tres años, catedrático de distintas universidades de El Salvador que apuesta a hacer arte en un país en el que no se facilita los medios, que  ha tenido oportunidades de dejar su país por mejores oportunidades,  podría considerarse un loco o un  chiflado, sin embargo es un artista que con su obra quiere trascender dentro de las fronteras de el Salvador.

Foto por Javier Alfaro

Foto por Javier Alfaro


Antes de vivir en Costa Rica Ricardo Mendoza,  tenía la visión, la mentalidad y el objetivo de hacer teatro para denunciar y hacer el tipo de arte que se necesitaba en esa época. En la década de los 80 junto a sus dos compañeros del Bachillerato en Arte crearon un grupo de teatro bajo el nombre “Teatro Añil” y con el cual hicieron presentaciones en países de Europa y Norte América en las cuales presentaban la situación social y  política de entonces.

Aunque en la década de los 80 se vio en la obligación de vivir en Costa Rica y, aunque gracias a las condiciones que apoyan el arte en ese país, se graduó de Licenciatura en Teatrología, nunca se vio viviendo lejos  de su país. Siempre sintió y ha sentido la necesidad de hacer teatro en El Salvador y para El Salvador. Como el titulo de su obra “Teatro Necesario”, Mendoza percibe como una de las grandes urgencias del teatro en El Salvador  es  la necesidad de hacer teatro serio.

Sus dos compañeros decidieron quedarse en Canadá, sin embargo él, como lo haría  en la actualidad se mantuvo firme a sus convicciones y principios. Su objetivo hacer teatro en el Salvador.  Uno de sus principales sentimientos de impotencia lo siguió cuando estuvo fuera del país, Mendoza se pregunta “Yo no me explicaba por qué la gente se estaba yendo a otros países”, pues para él en ese época era cuando los artistas de diferentes ramas debían hacer arte.

Su obra “Con un pie aquí y otro allá” refleja la situación de cualquier migrante que se encuentra fuera de su país. Él lo describe como “aquellos  puyoncitos” que te dan cuando estas fuera de tu país ese momento en el que no estás ni allá ni aquí”. Mendoza reflexiona cómo su exilio en Costa Rica le enseñó no sólo en las artes dramáticas sino de la similar situación de esa gente con la de El Salvador.

Desde 1993 que regresó al país,  reconoce que los retos son mayores para los artistas. En el caso de las artes dramáticas comenta cómo es necesario de un espacio fijo para guardar la utilería, los vestuarios y por si fuera poco, encontrar los espacios para presentar su obra.  “En otros países los artistas tienen las condiciones de hacer arte, a la gente le gusta el arte, el gobierno le paga a los artistas “.  Aprovecha el momento para mencionar lo importante que sería la aprobación de la ley de cultura que permitirá la creación de políticas “crear condiciones para que el artista viva mas dignamente y no ande buscando la sobrevivencia en hacer arte comercial o tener que ir a otro país para triunfar”.

Para el lanzamiento en marzo pasado de su libro “Noé y el ave perdida” menciona, un tanto con angustia un tanto con satisfacción cómo tuvo que adquirir una deuda con una entidad bancaria. Luego lanza una pregunta “¿Por qué a los deportistas les pagan por jugar y a nosotros los artistas no nos pagan por hacer nuestras obras?”. Le es casi imposible no mencionar el caso de los países en los que los artistas reciben una pensión y preparación para realizar sus obras.

Sobre el teatro que se realiza actualmente mantiene su posición de la necesidad de una educación especializada que prepare a los actores para comunicar de mejora manera el mensaje de la obra. Y es que Ricardo Mendoza sostiene que la obra de teatro que se necesita trasciende los aspectos técnicos o estéticos de la obra “Ahora lo que interesa es aprender a actuar para contar los problemas Sociales”

El tipo de teatro que Ricardo Mendoza realiza está encaminado a lo que él llamaría “teatro politico”. Al tener una línea definida en cada una de las obras que escribe y luego presenta, tiene  formas definidas de cómo lo reconocen en el medio “A mí me gusta tocar la estructura, por eso no soy muy bien visto por mucha gente. Mis obras no son para reírse son para reflexionar”.

Por ello uno de sus proyectos más importes es estar impartiendo Diplomado Superior en Teatro en la Universidad Nacional de El Salvador. Mendoza comenta que ya que tomó la decisión de quedarse en el país su objetivo es dejar “semillas” que germinen y dejar su legado en la actuación de sus alumnos. A parte de impartir clases en la universidad nacional también ha da clases de drama o teatro en diferentes universidades.

Actualmente trabaja en una obra sobre el bullying, con la cual busca recrear la experiencia de una persona cercana a él, y que sin embargo  personifica la mayoría de casos de personas que sufren de las consecuencias de este comportamiento.

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